20. EL CENTRO DE FINLANDIA


  Uno de los lugares más mágicos donde hemos pasado la noche fue cerca de Keminmaa junto al río Kemijoki, en el golfo de Botnia del mar Báltico.
   Había una cabaña en forma de tipi con una hoguera y leña cortada de abedul. Encendimos el fuego en el que asamos la perca que pescó José Ramón y nos mantuvo calientes hasta la madrugada mientras contemplábamos las estrellas, la luna y algo parecido a la aurora boreal.¡Fue increíble!







   Al día siguiente, 27 de agosto, nos fuimos para Oulu, una ciudad con un puerto industrial muy activo en el golfo de Botnia. Fue reconstruida tras un inmenso fuego en 1822.
   Tiene varias islas pequeñas con puentes entre ellas y bastante zona verde. Sus calles son anchas y adoquinadas  con  edificios antiguos mezclados con los modernos. Visitamos la catedral, la estupenda biblioteca y vimos por fuera el ayuntamiento y el teatro.
   La luz, la gente en bicicleta, uno haciendo yoga, otro pintando al óleo, otros simplemente tomando el sol junto al puerto deportivo, nos transmitieron una sensación de tranquilidad en esta bella ciudad.















   Seguimos hacia el sur hasta una reserva ornitológica llamada Liminganlamden, cerca de Liminka. Desde un gran observatorio vimos grullas, pigargos, cisnes y anátidas, además de una puesta de sol espectacular. 
   A la mañana siguiente entramos en el Visitor Center y nos quedamos encantadas al ver la maravillosa exposición sobre aves, muy didáctica e interactiva.








    El P.N. Rokua fue el 6º que visitamos en Finlandia, con 27ºC a la sombra dimos un paseo entre dos lagos donde vimos a una pareja de Cisne Cantor y dos juguetonas ardillas. Había varias personas bañándose en el lago tras una sauna en la cabaña. 
   La sauna forma parte de la vida cotidiana de los finlandeses. Ellos tienen un antiguo proverbio que dice: ”Primero construye tu sauna, y luego tu hogar”. La sauna finlandesa consiste en un baño de calor seco de 70ºC a 100ºC que permite relajarse, desintoxicarse y limpiar la piel en profundidad. Es un acto social, de hecho, las decisiones importantes la toman aquí y no en las reuniones.
   Hemos visto que la mayoría de las casas tienen una sauna exterior y también las hay públicas, aunque no la hemos usado.
   









   Ese día nos quedamos a dormir en un embarcadero del lago Paltaselka. Llegamos de noche cerrada y no nos percatamos de lo bonito que era hasta la mañana siguiente. 




   
   A medida que vamos bajando hacia el sur, observamos que el paisaje cambia,  ya no hay tantas extensiones de bosque y se ven más zonas de cultivo, especialmente de cereales, patatas y forraje, así como granjas con ganado vacuno.





   Nuestro siguiente Parque Nacional fue el Koli, situado al este. Nos extrañó que para llegar al Centro de Visitantes hubiera un ascensor de cremallera. ¡Fue chulísimo! Allí vimos una exposición de pintura y acuarela magnífica.
    




    Comenzamos el recorrido subiendo unas empinadas escaleras hasta unas grandes piedras, donde comimos mientras  divisábamos  una espléndida vista al lago con muchas pequeñas islas pobladas de árboles.
     Seguimos por un bosque de abedules, pinos, abetos, helechos y flores hasta bajar al borde del lago. Llegamos tan acaloradas que nos bañamos, el agua estaba fría pero soportable, había poca profundidad y en el fondo, cieno. A lo lejos observamos dos cisnes y podríamos haber visto focas, pero no tuvimos esa suerte. Tras el baño refrescante, subimos por otro sendero la ladera del monte, más húmedo y con grandes helechos. ¡Fue precioso este camino!









   Esa noche también disfrutamos de una preciosa puesta de sol desde donde pernoctamos.




   Llegamos al P.N. Koloveden y nos quedamos en un embarcadero con mucha actividad, entrando y saliendo gente con barcas y canoas. Allí nos encontramos a una familia madrileña, Alicia y Ramón con  sus hijos jóvenes Mario y Andrés. Se quedaron encantados con nuestro viaje y con ganas de hacer otro cuando se jubilen.



                                                                       
   Aprovechamos las buenas instalaciones del parque para hacernos un salmón a la parrilla y unas patatas cocidas, ya que había utensilios de cocina disponibles. 
  Todo está para ser usado libremente, y la condición es que hay que dejarlo todo como estaba, o sea, limpio y cortar la leña que hayamos utilizado para que la persona siguiente se la encuentre cortada. ¡Cuánto disfrutamos en esta comida!







   Por la tarde nos dirigimos hacia el P.N. Linnansaari teniendo que coger dos transbordadores gratuitos uniendo las carreteras donde no había puentes. Pero no pudimos acceder a ese P.N. porque al encontrarse en una isla, no había barcos disponibles en ese momento.
   Esa noche nos quedamos a dormir entre dos lagos, donde observamos siete Colimbo Ártico, parecía que hacían una coreografía de natación sincronizada. ¡Un verdadero espectáculo!







   Otro Parque Nacional al que sí pudimos entrar y patear fue el P.N. Leivonmäki, donde vimos muchos senderistas por ser sábado. Anduvimos 7,5 km durante tres horas entre pinos y abedules muy altos, algunos abetos más bajos y verdes que se escondían detrás de los troncos desnudos de los pinos. Continuamos andando por un sendero donde se veía a ambos lados el lago y empezamos a ver alisos. Por supuesto, había espacios para hacer hogueras. Fue un paseo muy gratificante.







    Los finlandeses tienen un antiguo código llamado “derecho del individuo” que otorga a la gente el derecho a caminar, esquiar o pedalear libremente por bosques y otras zonas del país, siempre que se tenga un comportamiento  responsable. Se puede descansar y nadar en cualquier lugar de la naturaleza y acampar por una noche en casi todas partes.
   Hacer hogueras está permitido solo en los lugares preparados para ello, que son muchos. Nosotras hemos utilizado varias veces este derecho de acceso público y nos ha encantado. ¡Ojalá en nuestro país llegara un día en que se pudiera hacer lo mismo!



                               ¡Y vamos a por la última de Finlandia!
   






Comentarios

Entradas populares