17. EL NORTE DE NORUEGA


   Comenzamos esta etapa con el cumpleaños de Maky el 6 de agosto. Lo celebramos en un rincón encantador en Sorroisa, al lado de un fiordo, donde coincidimos con una amable familia medio española, medio sueca y con la que estuvimos charlando un buen rato, Mª José, Erik y sus dos hijos, Marc y Alina.





   En la ciudad de Tromso Maky invitó a comer, luego recorrimos sus calles y entramos en la estupenda biblioteca municipal con un sistema mecánico para clasificar los libros que son devueltos.
   El regalo que nos hizo Noruega en este día tan especial, fue que observamos a lo lejos un alce. ¡Estábamos deseando verlo!







Como no pudimos fotografiar al alce, os lo mostramos así.


  Al siguiente día cogimos dos transbordadores para llegar a Alta. El paisaje que divisamos era increíble, con unas enormes montañas con sus cimas nevadas y con el fiordo a sus pies. Esta zona norte está prácticamente deshabitada, con  bosques boreales o taigas que tienen muy poca variedad de árboles, solo pinos, abetos o abedules.









   Lo que más nos impresionó de Alta fue su moderna catedral, llamada Catedral de las Luces del Norte, inaugurada en el año 2013. Su estructura de hormigón revestida con placas de titanio en la fachada y su interior todo de madera de roble. ¡Nunca habíamos visto una  catedral tan singular y fascinante!







   Visitamos también el Cañón de Alta, teniendo que recorrer a pie 12 km ida y vuelta. Disfrutamos observando aves, como el Ratonero Calzado y viendo un paisaje diferente, grandes extensiones sin apenas árboles, con hierbas, líquenes y musgos, llamado tundra. 
  El sendero cruza varios arroyos sobre piedras y llega a la parte superior del Cañón. La vista del río era impresionante, aunque nos decepcionó el mal estado en que se encontraban la valla y la mesa con bancos donde comimos. Nada que ver con los parques nacionales suecos.











 En lugar de continuar hacia el norte, bajamos hasta Kautokeino y Karasjok para conocer un poco mejor la cultura Sami.
   En el museo de Kautokeino vimos fotos antiguas de los Samis, cómo vivían y vestían y los utensilios que usaban. En el exterior estaban sus viviendas, saunas y casas para los renos. Casi todas tenían el tejado vegetal y cortezas de abedul para impermeabilizarlo.








  Karasjok es la capital Sami en Noruega, ya que el 70% de los habitantes pertenecen a esa etnia. Ellos se dedican a la cría del reno y a la elaboración de piel y carne. Queríamos conocer el Parlamento Sami, pero al estar cerrado, lo vimos bastante bien a través de ventanas y puertas (aquí no hay rejas ni guardas). El edificio era de madera muy moderno y una parte tenía forma de tipi.





   Seguimos hacia el norte y nos quedamos a dormir cerca de Lakselv, al pie del fiordo Porsangen, para visitar a la mañana siguiente el P.N. Stabbursdalen. Fue un paseo maravilloso de 6 km por un acantilado del fiordo observando muchísimas aves, entre ellas, el Halcón Peregrino, Pigargo, Serreta y Eider. Además, pudimos ver manadas de renos que pasaron muy cerca. ¡Cuánto nos gustó verlos fuera de la carretera!










   El camino hacia el Cabo Norte (Nordkapp) fue siguiendo la orilla de este mismo fiordo hasta coger un túnel que nos llevó a la isla Mageroya. Y a las 8 de la tarde del 10 de agosto, llegamos por fin al punto más septentrional de Europa tras recorrer cerca de 16.500 km. en casi 3 meses. ¡Qué emoción de ver cumplido nuestro objetivo!
   Como queríamos pasar allí la noche y ver la puesta de sol, no tuvimos más remedio que pagar por cada furgoneta 750 NOK (unos 75 €), demasiado caro pero mereció la pena, ya que tuvimos la suerte de ver una magnífica puesta de sol en el Océano Glacial Ártico a pesar de que todo el día estuvo nublado y hacía mucho viento y frío. Desde el 14 de mayo al 29 de julio se ve el sol de medianoche, es decir, que el sol nunca se oculta. Nosotras lo vimos ponerse a las 22:18 y amanecer a las 02:19 h.
   Esa noche tuvimos una cena especial con una botella de Reymos.











   El Cabo Norte es un lugar tan visitado, que lo han acondicionado muy bien. Hay un edificio grande con restaurante, tienda de recuerdos y en el sótano salas de proyecciones y exposiciones. Vimos un documental muy bueno sobre las cuatro estaciones en el Nordkapp.
   En el exterior se encuentra El Globo, un monumento del año 1977 que se ha convertido en el símbolo de Cabo Norte.
   También hay un monumento de piedra y bronce diseñado por 7 niños de diferentes países en un proyecto llamado "Niños de la Tierra", del año 1989. Simboliza colaboración, amistad, esperanza y alegría a través de las fronteras. Desde entonces se organiza un premio anual con este mismo nombre y el dinero del premio se otorga a una organización o un proyecto que trabaje para mejorar las condiciones de vida de los niños.
   




  De allí nos fuimos hacia el sur para darnos un homenaje en un restaurante en la pequeña ciudad de Honningsvag, en la misma isla donde se encuentra el Cabo Norte. 


   Uno de los lugares donde hemos observado muchas aves acuáticas ha sido junto a la iglesia de  Nesseby, en el fiordo Varanger. Por primera vez vimos Combatientes, Aguja Colipinta y otras. Allí conocimos a los catalanes Santi y Alex, que nos informaron de otros sitios donde avistar aves en Finlandia, ya que ellos venían de allí.
   Conocimos también a Ugo y Francesca de Mantua, Italia. La madre de él es sevillana y se conocen Sevilla al dedillo. Tan simpáticos fueron que continuamos enviándonos fotos por whatsapp y coincidimos en dos ocasiones más.







    A Vadso llegamos bordeando el mismo fiordo. Grandes planicies con un cielo gris azulado impresionante, pequeñas poblaciones costeras con miles de gaviotas posadas en las rocas y playa. Llegamos a la isla de Vardo por un gran túnel bajo el mar y nos quedamos a dormir. Recorrimos la isla con niebla, llovizna y con 8ºC. Vimos una gran escultura de madera que representa  el esqueleto de un barco vikingo y de una ballena, del año 2016. 







    En la otra orilla del fiordo, enfrente de Vadso, se encuentra Bugoynes, un pequeño pueblo con casas de colores y un puerto. Desde allí sale un sendero hasta una reserva ornitológica de Ranvik. El camino iba por montes, riachuelos, lagos y al final, el fiordo. Nos encontramos diferentes setas y flores. Vimos un Mochuelo y tres Pigargos muy cerca intentando quitarse la presa unos a otros. Fue un gran espectáculo.









   Y el final de Noruega no pudo ser mejor, ya que conocimos a un catalán y a un madrileño que viven en Hesseng, cerca de  Kirkenes. Xavi, que lleva 12 años viviendo aquí, casado con una noruega y tiene dos hijos, y Dani, que lleva solo un año. Ambos, muy simpáticos, son profesores de instituto. Xavi nos invitó a su casa y compartimos allí una animada charla. ¡Qué casa tan bonita! Nos despedimos con obsequios, él nos regaló un exquisito corazón de reno seco y nosotras una botella de Reymos. Estamos agradecidas de este encuentro por la amabilidad y buena acogida. ¡A ver si repetimos otro encuentro en Sevilla!





  Xavi nos aconsejó ir a un lugar a 60 km de allí llamado Grense Jakobselv. ¡Qué lugar tan mágico para pasar la noche! La playa tan solitaria con arena dorada y acantilados de rocas planas. La iglesia de 1869, donde se casó Xavi, era de piedra, cosa rara, ya que todas son de madera.
   El estar a pocos metros de Rusia separados por un río, en la zona más al este de Noruega y la bruma matinal, hicieron una especial despedida de este maravilloso país.
   




    
       Aquí podéis ver el recorrido que hemos hecho por Noruega.


       
                                  ¡Y ahora, nos vamos para Finlandia!

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